¿Qué derecho tiene nadie a interrumpir nuestra vida?
Una interrupción corta de raíz un estado, un sentimiento, una acción. En ocasiones nos fastidia, otras las dejamos sin más pero a veces rezamos para que sucedan.
Unas décimas de segundos que descolocan la vida de una persona. Quizá una vida que espera ser descolocada en algún momento pero que no tiene prisa, ni exigencias ni necesidad porque sabe que será así, le guste o no.
La costumbre y la rutina facilitan las cosas. Evitan que pensemos en lo que no queremos. Pero no nos engañemos, a solas..., qué debo hacer, qué hago, porqué siempre tengo que tomar la decisión correcta aunque mi corazón desee elegir otra cosa. ¿Para los demás?
Estoy cansada de controlar cada movimiento, cada pensamiento, cada sentimiento... necesito aislar.
Aquello no es bueno para mí, no puedo mantenerlo más tiempo a mi lado. Es una cuestión de principios, desde pequeñita me enseñaron a alejarme de lo malo.
¿Y por qué me cuesta tanto?
¿Y quién sabe lo que es bueno o malo para cada cuál? Lo importante es quererse, respetarse y entonces será cuando sepamos lo que nos conviene y lo que no.
Ahora hay que volver a empezar, y ¿quién ha dicho que los comienzos no sean difíciles pero encantadores? Son los momentos más fantásticos que tenemos. El principio de algo siempre produce un subidón de adrenalina que nos invita a querer saber más, a descubrir poco a poco, un nuevo futuro. Un futuro en el que sabemos qué no queremos, porque hemos sufrido y no queremos volver a hacerlo, por lo menos errando en lo mismo. Tropezaremos otra vez, pero con piedras nuevas, con el corazón aleccionado y algo más frío. ¿Y qué si no vivimos con tanta pasión?.. Quizá esa pasión la hayamos vivido individualmente, ahora si la compartimos, disminuye en intensidad personal pero aumenta en pareja, y por tanto podría multiplicarse por dos. Miedo me da la palabra pareja, pero debo aceptarla de nuevo en mi vocabulario porque me gusta, porque la quiero aunque me da miedo. Las mentiras hicieron mucho daño. Pero debo empezar, con el pro de la ilusión y el contra de la desconfianza.


