miércoles, 27 de agosto de 2014

Gotas de vida


Cuando ya no queda ninguna, sabes que puedes vivir tranquila.
Que los problemas dejaron de serlo para convertirse en una enseñanza vital.
Cuando ya no queda ninguna, actúas con una frialdad propia de alguien que está por encima.
Cuando ya no queda ninguna, te tachan de no tener corazón, de egoísmo cruel, de salvaje...
Sin ninguna, ya no eres la que eras...
Cuando ya no queda ninguna, eres capaz de asimilar cualquier cosa sin sentir, sin mover un solo músculo de tu experimentado cuerpo. Solo tu eres capaz de saber cómo te encuentras, cómo te afecta, el modo de encajarlo, procesarlo y archivarlo.
Cuando ya no queda ninguna, solo tu eres capaz de liberar las que solo tu comprendes, las que afloran cuando la luz está apagada, las que nadie te ve y las que te acompañan en la soledad deseada. Las que consiguen esa fuerza capaz de afirmar que no queda ninguna delante de esos seres mezquinos, hipócritas, mentirosos y egoístas que en algún momento fueron parte de una mendacidad.
Ahora lo conseguí, ahora no tengo ninguna y aflora una nueva felicidad compartida con nuevos aires, nuevos guiños y nuevas risas que ayudan a seguir y descubrir una nueva vida.
Cuando ya no queden lágrimas, esas lágrimas que provoca el dolor, la decepción y la incomprensión, entonces, estarás preparada para convertirte de nuevo en ti.

martes, 19 de febrero de 2013

Mi estilo maduro cargado de experiencia


Cuánto más complicada es mi vida más disfruto de los pequeños momentos de felicidad que me llegan. No me puedo quejar de la cantidad, podría..., pero no debo, la calidad es tanta que me conformo. Yo también sueño con..., me río pensando en... y disfruto. Disfruto mucho. Debo decir que me siento feliz, pero también que unos segundos de mi felicidad me cuestan muchas horas de esfuerzo, tesón, llanto y lucha.
Pero así debe ser.
Los momentos en los que mis ojos se empañan de felicidad, se quedan grabados en mi piel para ayudarme en esos momentos en los que se empañan de tristeza. La pena es que estos momentos se quedan grabados en el corazón y su pálpito provoca quedarse sin aliento en muchas ocasiones.
Cómo arañan, cómo sangran las líneas rojas que provocan una herida abierta en canal. Y cuánto trabajo cuesta cerrarla. Y qué extraño es que se cierre. Permanece zurcida hasta que, de nuevo, el hilo cede y deshace, lo que, con mucho cuidado, trabajo y delicadeza, he logrado tejer.
De lo que no me he dado cuenta hasta ahora, es que el hilo se ha engrosado para convertirse en una fuerza mayor, capaz de soportar, cada vez, más daño y la consecuencia es la frialdad con la que soy capaz de enfrentarme a según qué situaciones. Por supuesto que no me he convertido en un superhéroe pero casi. Soy capaz de sentir dolor sin que me duela. Sin embargo lo que más miedo me da es si mi felicidad también es un simple espejismo de mi frialdad.
Me preocupan mis sentimientos, parecen inexistentes, sin embargo mi lucha día a día, mis ganas de que todo lo que provoca en mí una inquietud excesiva, se termine, mi búsqueda de la felicidad de mis hijos... me hacen pensar que mi corazón aún vive y sus ansias por no renunciar, afloran cada segundo, cada milésima de esos momentos, de los buenos y de los que no son tan felices.
A mis cuarenta años debo sincerarme y pensar que los últimos 5 han sido la escuela de mi vida y no los 20 que empleé en formarme. Las situaciones en las que me ha puesto esa, mi vida, a veces han sido muy amargas, quizá demasiado o así lo siento yo. Pero qué razón tienen los que dicen que de todo se aprende, aunque no interiorizan demasiado sobre cómo influye ese aprendizaje en los actos siguientes y, a veces, la prueba es complicada. La ventaja es que es pensada, mucho más meditada, pero sobre todo, ya soy capaz de enfrentarte a las consecuencias con seguridad, convencida y con un estilo maduro cargado de experiencia.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Extensiones o uñas postizas


Es una lástima el no saber comprender cuando más se reclama. No es un capricho cuando alguien esta mal, no lo es. Por supuesto que hay situaciones, motivos que no son excusas. 
Cuando dejas de hacer algo que de verdad te apetece, que de verdad lo necesitas pero en ese momento el diablo lucha y puede al ángel que todos llevamos dentro, tomas, quizá, una decisión que es la tuya, la que quieres porque no puedes con tu alma y en ese momento solo esperas que, por lo menos, las personas que viven contigo, que saben de ti, que te quieren, te comprendan, entiendan por lo que estás pasando y sepan encajar tus momentos, lo que no significa olvidarte. 
Prohibido juzgar siempre, pero de esta manera... Y entonces te planteas que no lo encajan porque quieren que estés, aún de manera egoísta o porque se quedan sin un regalo, no solo material... La vida demuestra que lo que importa es quitar el lazo rojo, si no hay nada que desenvolver no interesa. Lástima que prefiramos el regalo a los años compartidos. 
Y lo llaman prepotencia... Solo un poquito de humildad y respeto es suficiente para entenderlo. 
Y aquellos que hacen oídos sordos cuando hay un problema, la ocupación y los quehaceres, ellos mismos... les roban el tiempo, se hacen llamar hipocresía. 
Y están los que no son capaces de mirar directamente a los ojos ante una inevitable verdad, dícese de los falsos, con un cinismo desmesurado.
La jungla es de lo más variada y dentro de cada especie hay clases, pero  lo que de verdad  importa son los individuos, aquellos que son capaces de diferenciarse de la manada aún a riesgo de quedarse solos.
Y es que, quién busca refugiarse en la  compañía de  la falsedad, de  la hipocresía o del cinismo? Me falto el egoísmo... 
Las personas solo necesitan de verdad, aunque duela, pero es un dolor limpio que brilla tan solo con un beso o un abrazo, sin embargo es muy difícil cuando no se sabe el significado del sentimiento, y sobre todo cuando no se sabe encajar.
En este momento de mi vida, me es mucho más fácil explicarles a mis hijos que las personas no son un capricho si no el resultado de sus vivencias y situaciones, a veces muy crueles y no ayudan, en este caso la palmadita en la espalda, vuelve cuando quieras y ahí te quedas. Ojalá las personas, esas que no entienden cómo alguien puede estar muy mal, en esos momentos en los que se les suplica y se pide comprensión, solo eso, no vivan según cuáles, porque las extensiones o las uñas postizas no les iban a servir ni si quiera para la palmadita en la espalda. 
Qué pena que se minimice la importancia de otros actos compartidos y ayudados, al fin y al cabo vividos y por los que se dan un millón de gracias cada día. Pero, lo siento, no entiendo la incomprensión vs abandono, en los peores momentos.   Me quedo con la tristeza y un sabor amargo de recuerdos pasados que no volverán... Espero que tengáis muchos lazos rojos estos Reyes... Magos.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

¿Por qué blanco o negro?


¿Por qué solo blanco o negro? Y ¿por qué no va a ser blanco o negro cuando la vida solo te da patadas? ¿Dónde está la escala de grises cuando sobrevives o mueres?
Mi blanco supera con creces el blanco de muchos, pero qué pasa cuándo, por culpa del negro que me persigue ya hace años, el blanco corre un peligro atroz? Sus ojos me asustan, me alarman, me conmueve como nunca nada ni nadie lo había hecho. ¿Cómo superar tantas cosas que conforman mi negro?.
El día es duro, las personas decepcionan, las situaciones se vuelven comprometidas y el camino lleno de piedras, invita a retroceder. Entonces ¿dónde encontrar la escala de grises?
Mi defensa de la lealtad me provoca frustración.
La generosidad de las personas no es más que lo contrario a un egoísmo personal supremo que la mantiene velada.
La palabra y el compromiso solo son ingredientes conocidos pero no usados.
El respeto se convierte en un interés.
Y la verdad, ¿qué es la verdad si no lo opuesto a la mentira? Qué ironía cuando usan la mentira para no hacer daño. Daño a quién? al que la recibe o a ellos mismos? Solo las consecuencias provocan dolor. Entonces solo el que la recibe pone en duda todos los valores que sostiene al mentiroso como persona. El dolor que genera una verdad no es comparable con el que provoca una mentira. Es un dolor sano, limpio, lógico y recuperable, sobre todo recuperable. La mentira mata.
Y la responsabilidad de los actos de cada uno... qué pasa con ella? ¿Por qué nos empeñamos en echar la culpa al otro? ¿Por qué no somos capaces de ser coherentes con nosotros y con lo que hacemos?
La vida y los demás no son un juego.
Entonces encontraré mi escala de grises cuando ponga en práctica toda esta mierda que parece que ayuda a vivir.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Un abismo


Sé que algún día se arrepentirá de la decisión tan complicada que está tomando. Lo sé. Vive en un debo y no en un quiero. Pero tiene que ser así. Porque si lo que deseas es la muerte, es cierto que estás loca.
Sin embargo, el deber se convierte en una vida llena de sin sabores, todo es igual, monótono, tanto las risas como los llantos. Da igual una carcajada que una lágrima, si no es donde quieres que sea. En la oscuridad todo es lo mismo. No hay vida, todo es un devenir. Un acoplar cada cosa que sucede, cada situación que se vive, cada acercamiento...
Está claro que nadie entiende que exista más por encima del daño. Y las cadenas, de fino lino, ahogan igual que los herrajes más vastos. La sutileza del lino convierte al ser en una simple apariencia en la que los demás ven felicidad, incluso. Y el portador de la cadena solo se siente preso. Sus risas, aquellas que acompañan y que provocan esa falsa alegría, no son más que desgarros en su corazón.
Pero cómo hacerlo ver? Es imposible... Y vives en un no... donde debe ser. Pero se hace imposible vivir. El velo pegado a su piel, a veces se rompe y las heridas quedan al descubierto. Qué dolor más intenso!!! Así hasta que llega un nuevo velo, fruto de la imaginación, tan necesario que si no estuviera, moriría...
Hasta cuándo el velo? Hasta cuándo la imaginación podrá soportar tanta contradicción? Yo sé hasta cuándo...
Por eso, algún día se arrepentirá...

viernes, 3 de agosto de 2012

Relatividad sesgada


Qué difícil es ser persona y si ya lo que quieres es ser buena persona, se convierte en un reto casi inalcanzable. Qué acertado estuvo Einstein. Todo es relativo y si hablamos de sentimientos, pensamientos, valores y comportamientos, la teoría se queda algo escasa.
Sin embargo, con qué facilidad algun@s son capaces de ser malas personas. Sin relatividad. Qué difícil es encajar un egoísmo supremo. Qué complicado es quererse solo así mismo, y ahí siguen, entorpeciendo el crecimiento natural de su persona. Lo que pagan con su vida, casi en todas las ocasiones.
Lo que no se dan cuenta es el escaso perjuicio que ocasionan en los demás. Ahí sí entra la relatividad. Y no sabes cuánto... El daño que produce una buena persona es fruto del respeto, cariño o amor que siente. La herida cura sin cicatrices, el dolor desaparece invadido por la comprensión. No es necesario relativizar nada. El daño que produce una mala persona se convierte en simple rutina, un empujón que no deja huella.
Y se empeñan en ir dando empujones porque piensan que dejan un bonito rastro a sus pies... Qué triste son.
Y a la vez qué pena dan... Un halo de soledad les acompañan permanentemente por eso necesitan, de vez en cuando, regalar uno de sus empujones... A veces dejan algo dolorido, solo a veces.
Y, claro, no son capaces de darse cuenta que molestan, nada más, molestan... Una huella en la arena que desaparece con la brisa.
A lo mejor no es tan difícil ser buena persona, a lo mejor no es un reto inalcanzable, a lo mejor sí lo es el ser una mala persona...
En quiénes puedo hacerlo, lucharé, entonces, porque sean las dos mejores personas del mundo.

lunes, 28 de mayo de 2012

Aristas hirientes para vivir


Necesitamos tropezar con la misma piedra para comprobar que la decisión que tomamos aquel día fue la correcta. Y, además, nos encontramos que las aristas están más afiladas y que la sombra de la venganza planea por lo que fue el canto rodado.
Los buenos consejos de la gente que nos cuida parecen no ser suficientes. Pero no es eso. Necesitamos comprobar que cuando echamos de nuestra vida algo que hasta entonces nos volvió locos de amor, de felicidad, nos hizo grandes, fuertes e invulnerables, es porque no fue más que el espejismo del deseo de que fuera así. Si no, no querríamos que desaparecieran nunca.
Y vuelves porque te preguntas que, quizá, en aquel momento, pasabas por uno de esos estados de enajenación mental que tantas veces te critican...,  y que no te deja pensar ni actuar libre y tienes que volver a aferrarte a ese espejismo y ver a través de sus cristales.
El problema viene cuando te lanzas a un vacío en el que solo hay un ápice de esperanza, y te das cuenta que el espejismo es más nítido que la realidad, entonces, sorprendida y con una sonrisa dolorosa de satisfacción, piensas que la enajenación mental de aquel día fue la que te salvó de una vida triste, de una vida sumisa, intermitente de falsa felicidad, donde la dictadura del de enfrente se cierne sobre tu cabeza.
Cuando una decisión está meditada y al final la tomamos, rara vez nos equivocamos y sin embargo necesitamos asegurarnos, viviendo de nuevo aquellos momentos que nos hicieron tan infelices.
Pero no pasa nada. La intensidad no es la misma, los ojos con los que observamos los instantes, tampoco y el corazón se ha convertido en una piedra con aristas hirientes pero que poco a poco va erosionándose para, seguro, volver a rodar con la magia del amor y la felicidad. Un camino complicado y desconocido pero mejor que el que abandonaste cuando aún eras persona.