martes, 8 de mayo de 2012
Una mochila para la vida
Voluntad, la propia, la mía. No la de los demás. La que me aporta, no la que me destruye. La que me ayuda a crecer. La madura, no la infantil. Con la que estoy segura.
Deseos, los que me hacen feliz, los que puedo conseguir, con los que río, no con los que lloro. No los que me hacen sufrir. Los míos. Cada cual los suyos.
Verdad, la única con la que se puede vivir. La que no hace daño, ni a los demás ni a mi. La que me permite mirar hacia adelante. La que jamás me sacará los colores.
Humor, el que provoca buen día, el que hace que los demás quieran estar conmigo, el divertido no el dañino, el que hace que me ría de mí mismo, el que se ríe con los demás.
Amistad, la que no juzga, la que ama, la que provoca un pensamiento constante en los demás. La que entiende, es comprensiva. La que no exige, la que necesita, la que da y recibe.
Respeto, el necesario para vivir tranquilo. El dirigido a los demás y hacia mi. El que no obliga, el que comprende, el que facilita la vida. El que no encarcela.
Ego, pero una pizca. El suficiente para que mochilas incompletas no me hagan daño. El que necesita un espacio justo para quererme. El que ayuda al respeto en mi dirección. Aquél que gusta y no asusta.
Egoísmo, muy poco, un aliño. Unas gotas sanas para que aquéllos no me tomen por tonta. El que hace que me quiera en momentos complicados y evita que tire todo por la borda
Amor, no sé cuánto ni sé cómo... Dos tipos, hacia mi familia, amigos, de éste todo. En él se junta cuánto he dicho. De otro, en ocasiones nada. En otras, reservado. El que das y esperas recibir. Porque si no se ríen. De éste, el que sea egoísta, el que haga que me quiera yo también. El que no destruye. El que no sufra yo.
Y sobre todo algo de maldad que evite convertirme en un espantapájaros de quien no quiero. Lo que incluye mentiras, borrachera de enfrentamientos, algún improperio y todo aquéllo que demuestre que soy tan o más importante que el otro. Esa maldad que provoca un recuerdo continuo, algo similar a una adicción sin posibilidad de metadona. Esa que provoca una sonrisa constante, pícara que provoca un inmenso dolor en quién se lo merece. De ésta, una dosis importante.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

Mochila completita que llevas, aunque igual... yo le metería alguna cosa mas.
ResponderEliminarGracias Rosa por leerme siempre. Y sí, llevas razón, quizá algo más pero eran las que necesitaba hoy... Muuuuaaak
ResponderEliminar