miércoles, 23 de noviembre de 2011

Una canción inesperada


Un día duro. Como el de los últimos años. Ya aceptados y comprendidos. Los pensamientos se enfrentan, los recuerdos se acercan, el odio, la ira, el llanto. Preguntas sin contestar que jamás verán la luz.
Un día bonito, en el coche, suena una canción. Hoy no era el día para ella. Hoy no debía sonar. No todos los días la fuerza y la razón son aliadas. No hay recuerdos buenos, no hay sonrisas por aquello, no hay nada, soledad y porqués. La canción... lástima que provoque lágrimas en mi corazón. Pero me enfrento a ella y la escucho, me aturde, me enfada, me hace llorar más. Por unos instantes, recuerdos agradables, tan efímeros que desaparecen antes que los sienta. No, permanecieron lo suficiente como para destrozar un  día más.
Te necesito como eras, esa niña feliz, alegre, sin miedos, sin escudos, sin preavisos, ahora sin espacio ni tiempo para compartir, sin tu carisma, sin tu gracia... Quítate la máscara. Es preciosa pero no tanto como lo eres tú. No permitas vivir con ella, no te escondas, no te refugies en lo que no quieres. Ahora no levantas la mirada, no quieres sufrir más...Cúrate pronto, yo te necesito.

martes, 22 de noviembre de 2011

Una casualidad que apuñala


A veces las casualidades hacen reír, otras llorar y otras se clavan tan dentro que te apuñalan.
Domingo, siete de la tarde, me toca votar. Colegio electoral, una pesadilla. Y eso que me iba preparando para el momento. Nada que ver con política.
Sí con sentimientos, con los mios, con los que cada mañana me iluminan el día.
No, dije. Este no será el cole de ellos, aunque me tenga que prostituir. No merecen algo similar. Una educación, cuanto menos extraña, de la que la directora sabía menos que yo. Lágrimas en la entrevista, lágrimas en el corazón. ¿Por qué? Dejé de querer, no hice más.
Ellos no pagarían una decisión de los adultos.
No levanté la mirada, intuí dónde estaba mi mesa electoral, poco más que tiré mi voto y escapé de allí. Salí de la puerta del colegio, solo me acompañaba la lluvia. Menos mal que hacía ese día, no pegaba otro. Mi cabeza agachada, como toda yo. Un sufrimiento casi gratuito, pero duro, muy fuerte, muy de dentro.
Quizá vuelva dentro de cuatro años, quizá no...

martes, 15 de noviembre de 2011

No está triste, tiene dolor


- Mamá ¿por qué han puesto a una modelo tan triste en una publicidad?
- ¿De qué publicidad me hablas, hija?
- No sé, ahí cerca de esa tienda, debe ser una modelo, está muy triste y habla de señales...

Ah. Me quedo parada, pensando, intentando ponerme a su altura para explicarle tanto mal, tanto daño. Pero no puedo mentirla. Ella crecerá y debe hacerlo con la verdad.
Me toca explicar:
- Hija, no es lo habitual, aunque sí más de lo que debería ser porque no debería haber ninguno, pero hay algunos hombres que pegan a sus parejas. Y ellas no pueden defenderse. Por eso no está triste, siente mucho dolor.
- No lo entiendo mamá, cómo va a ver padres que peguen a las madres? Y pone en la publicidad "no te saltes las señales", qué quiere decir?
 - Significa que antes de pegar son personas que gritan mucho, que nada de lo que hace esa madre le parece que está bien hecho... Y por eso hay que estar atento a esas señales, porque si una madre nota que la gritan, que la empujan o algo parecido, debe pedir ayuda. El cartel es para que las mujeres sepan qué tienen que hacer ante esa situación.
Gesto de terror en su cara, gesto de no entender nada, gesto de preocupación ante una mirada sufrida, de miedo, de soledad, de tristeza, como ella la ha definido.
Una explicación literal de camino al cole.
Una explicación complicada, difícil, mínima para razonar esa mirada de dolor de la modelo de la publicidad.
Una explicación escasa para una niña inquieta, sorprendida e incapaz de digerir lo que está escuchando. Es una niña que no entiende, como el resto de las personas, entonces.
Una explicación que necesita de más cada vez que pasamos cerca de esa publicidad.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Lo intentaré

¿Qué suceden con las lágrimas? con aquéllas que no caen, con aquéllas que no se deslizan pero que duelen más que las que se ven... Dónde va ese lloro encarcelado, sin barrotes ni carcelero que impida su fuga inevitable?. Quién tiene derecho sobre algo tan personal?
No lo impidas, tú no te creas nunca con ese derecho porque no lo tienes. Ni ese ni ninguno. Las lágrimas deben salir para curar, para olvidar, para empezar, para volver a ser... Hasta entonces seguirás por la vida, pero será ella la que pase por ti, la que mande, la que ordene, la que te guíe por un camino que debes encabezar tú.
No juegues con tu llanto, déjalo libre, deja que te ayude, incluso que, en ocasiones, te manipule. Es el camino, solo así conseguirás tener tu verdad, aquélla que te roba la cárcel donde terminan esas lágrimas que creemos perder.
Inténtalo...