Necesitamos tropezar con la misma piedra para comprobar que la decisión que tomamos aquel día fue la correcta. Y, además, nos encontramos que las aristas están más afiladas y que la sombra de la venganza planea por lo que fue el canto rodado.
Los buenos consejos de la gente que nos cuida parecen no ser suficientes. Pero no es eso. Necesitamos comprobar que cuando echamos de nuestra vida algo que hasta entonces nos volvió locos de amor, de felicidad, nos hizo grandes, fuertes e invulnerables, es porque no fue más que el espejismo del deseo de que fuera así. Si no, no querríamos que desaparecieran nunca.
Y vuelves porque te preguntas que, quizá, en aquel momento, pasabas por uno de esos estados de enajenación mental que tantas veces te critican..., y que no te deja pensar ni actuar libre y tienes que volver a aferrarte a ese espejismo y ver a través de sus cristales.
El problema viene cuando te lanzas a un vacío en el que solo hay un ápice de esperanza, y te das cuenta que el espejismo es más nítido que la realidad, entonces, sorprendida y con una sonrisa dolorosa de satisfacción, piensas que la enajenación mental de aquel día fue la que te salvó de una vida triste, de una vida sumisa, intermitente de falsa felicidad, donde la dictadura del de enfrente se cierne sobre tu cabeza.
Cuando una decisión está meditada y al final la tomamos, rara vez nos equivocamos y sin embargo necesitamos asegurarnos, viviendo de nuevo aquellos momentos que nos hicieron tan infelices.
Pero no pasa nada. La intensidad no es la misma, los ojos con los que observamos los instantes, tampoco y el corazón se ha convertido en una piedra con aristas hirientes pero que poco a poco va erosionándose para, seguro, volver a rodar con la magia del amor y la felicidad. Un camino complicado y desconocido pero mejor que el que abandonaste cuando aún eras persona.

Intensidad en estado puro. Sólo tú. Besos. tq
ResponderEliminarY yo a ti, hermana. Bs.
ResponderEliminarY yo a ti, hermana. Bs.
ResponderEliminarMe ha encantado. Muuuaaakkkk ;)
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